Meditación del Padre Gustavo
24 de Agosto de 2025
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¿Son pocos los que se salvan? Jesús nos dice: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha”, pero hay muchos que no desean entrar y otros son pocos que pueden lograrlo, sin embargo este Evangelio de San Lucas nos interpela de nuevo al considerar ¿Cuál es la puerta estrecha por la que hay que entrar? En el Evangelio de San Juan, Jesús se presenta como “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará”. Dios quiere una salvación universal y de nuevo surge otro interrogante ¿son muchos los que se salvan? Para salvarnos debemos acudir a Jesús que es nuestro sanador, salvador y redentor. Recuerda que Jesús está en el último puesto. Como dice el Evangelio en la última frase, que los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos. La puerta de acceso a nuestras vidas es Jesús, no hay que ir al fin del mundo buscando una salida y encontrar la puerta abierta de par en par, quien tenga la llave puede entrar. Nadie te podrá recriminar el pasado. Cuando se abre esa puerta podemos encontrar la salvación. Algunos de ustedes quieren entrar por esa puerta llamada Jesús? Muchos en el camino de la vida han entrado por esa puerta y se han dejado capturar de la emoción, otros recibieron el bautismo cuando niños y jamás volvieron a la Iglesia, sin embargo, muchas personas en algún momento de su vida cerraron la puerta al Redentor. Es tiempo de abrir las puertas para que Jesús entre a sus vidas. Dios quiere que todos se salven. Jesús con su amor redentor se convierte en el centro de nuestras vidas.
Por otro lado, en la segunda lectura, San Pablo se dirige a todos los que están desalentados y les aconseja: tener presente que el Señor reprende a los que ama: ¿y qué padre hay que no corrija a sus hijos? Sabemos que suceden cosas para el bien de los que aman a Dios, aunque muchas veces no comprendemos su plan. Estas malas experiencias acumuladas nos ayudan a madurar mejor en la vida de la fe. Y lo afirma la carta a los hebreos al mencionar esta frase. “Porque el Señor corrige a los que ama, y da azotes a sus hijos predilectos. Soporten, pues, la corrección, porque Dios los trata como a hijos”. Aunque la vida venga cuesta abajo o todo va de fracaso y dolor llega este párrafo como una recomendación. Recuerda que muchas veces, aunque te caigas y no te puedas levantar, nunca te rindas pide ayuda reafirmando nuestra misión para alentar siempre a los débiles. “Por eso, robustezcan sus manos cansadas y sus rodillas vacilantes; caminen por un camino plano, para que el cojo ya no se tropiece, sino más bien se alivie”. De esta manera podemos conducir a los desprotegidos a esa puerta pequeña para entrar a la vida celestial y encontrar el camino de la verdad y la salvación que es el mismo Jesús. Si uno de ustedes ha bloqueado al Señor alguna vez, es tiempo de rendirte a su amor y abrir la puerta de tu corazón que se encuentra cerrada. En este momento deja que entre la luz a esas zonas más recónditas de tu vida y permite dejar entrar a tu Redentor hoy. Antes de tocar la puerta del cielo brinda a tus semejantes los frutos de paz y santidad por medio de tus obras para que podamos ser salvos. Jesús siempre nos apacienta y corrige. Recuerda que Cristo está a tu lado señalándote cual es la puerta adecuada para abrirte y esperando si tu estas dispuesto a decirle. “¡Señor, ábrenos!”.