Meditación del Padre John
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1 de Junio de 2025
Este domingo celebramos la Ascensión del Señor. Jesús, en presencia de sus discípulos en el Monte de los Olivos, cerca de Jerusalén, ascendió al cielo. Esto marcó el fin de su ministerio terrenal y su entronización con el Padre Celestial. San Lucas, en el primer capítulo de los Hechos de los Apóstoles, describe la Ascensión de nuestro Señor en presencia de sus apóstoles. San Lucas menciona: «Dicho esto, mientras ellos lo miraban, fue elevado, y una nube lo ocultó de su vista» (Hechos 1:9). Hoy, el lugar de la Ascensión de Jesús está marcado por la Capilla de la Ascensión, ubicada en la cima del Monte de los Olivos.
Los apóstoles permanecieron mirando al cielo y un ángel se les apareció diciendo: «Hombres de Galilea, ¿qué hacen ahí parados mirando al cielo? Este Jesús que ha sido tomado de entre ustedes al cielo volverá de la misma manera como lo han visto subir al cielo» (Hechos 1:11). Los apóstoles debieron preguntarse: «¿Cómo es que vamos a perder a nuestro Mesías por segunda vez?». Ya habían perdido a Jesús durante su Pasión y Muerte, y ahora los dejaba por segunda vez. Jesús les explicó: «Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén...» (Hechos 1:8). Si Jesús no hubiera sido llevado al cielo, el Espíritu Santo nunca habría venido. Aunque los apóstoles ya no verían a Jesús físicamente, Cristo siempre estaría presente para ellos a través del don del Espíritu Santo. Si Jesús nunca hubiera ascendido al Padre, nunca habría podido enviar el Espíritu Santo y la Iglesia nunca habría nacido.
Lo mismo ocurre con nosotros hoy. Jesús está más presente entre nosotros ahora, gracias al envío del Espíritu Santo, que durante su vida terrenal. La plenitud de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos ha sido revelada. Jesús está presente mediante la transformación del pan y el vino en su Cuerpo y Sangre. Está presente en su Iglesia mediante el perdón ofrecido en el Sacramento de la Reconciliación. Si Jesús nunca hubiera ascendido al cielo, la Iglesia nunca habría nacido ni alcanzado su plenitud. Esta semana, al celebrar la Fiesta de la Ascensión del Señor, recordemos que, aunque el ministerio terrenal de Cristo culminó con su Ascensión, él continúa estando presente entre nosotros a través de la Iglesia y sus ministros.